El ejercicio físico es un pilar fundamental en el desarrollo integral de los estudiantes. No solo contribuye a la salud física, sino que también tiene un impacto significativo en el rendimiento académico. Diversos estudios han demostrado que la actividad física regular mejora la memoria, la atención y las habilidades cognitivas, lo que se traduce en mejores calificaciones y una mayor capacidad de aprendizaje.
Una revisión bibliográfica publicada en el Journal of Negative and No Positive Results destaca que para obtener una influencia positiva en el rendimiento académico, es necesario realizar actividad física un tiempo estimado entre 30-90 minutos diarios o de 2 a 5 horas semanales, con una intensidad moderada. Además, se verifica que los estudiantes que realizan actividad física según las pautas mencionadas anteriormente, planifican mejor sus horas de estudio.
La Organización Mundial de la Salud también ha reconocido la importancia de promover la actividad física en las escuelas, ofreciendo un conjunto de herramientas para apoyar un enfoque holístico de la actividad física en el entorno educativo. Esto incluye no solo la educación física de calidad, sino también estrategias para alentar los desplazamientos activos hacia y desde la escuela, programas activos antes y después de la jornada escolar, y oportunidades de actividad física durante los recreos.
Los beneficios del ejercicio para los estudiantes son múltiples: mejora la concentración, reduce el estrés, fortalece el sistema inmunológico, aumenta el estado de ánimo y disminuye la depresión. Todo esto contribuye a un mejor ambiente escolar y a la formación de hábitos saludables que perdurarán en la edad adulta.
En conclusión, la actividad física es esencial para el desarrollo académico y personal de los estudiantes. Es responsabilidad de los educadores, padres y la sociedad en general, fomentar un estilo de vida activo que permita a los jóvenes alcanzar su máximo potencial tanto en la escuela como en la vida.