Si has leído algunos de nuestros artículos anteriores te habrás dado cuenta que el bullying es un tema en el que insistimos reiteradamente, y no es para menos. Las consecuencias para quienes padecen este problema se quedan mucho tiempo después de haber salido de la escuela.
Entre las consecuencias que las víctimas sufren se encuentran algunos trastornos emocionales, problemas psicosomáticos, baja autoestima, aparición de fobias, depresión y ansiedad, que en ocasiones llega hasta el extremo de los pensamientos suicidas. El problema es tan grande como sus consecuencias que, como dijimos antes, pueden ser muy duraderas.
Es por lo tanto trabajo de todos ayudar a prevenir este problema. Tanto profesores, como padres de familia y alumnos tienen que aportar a la solución, no al problema. A continuación daremos algunos puntos clave que las distintas partes pueden seguir para acabar con el problema.
También es conveniente añadir que no solo las víctimas padecen las consecuencias, sino que también los agresores experimentan problemas derivados del acoso escolar que ellos mismos practicaron.
Lo primordial es que se mantengan atento al comportamiento de cada alumno. Aunque los casos de abuso se dan generalmente en lugares privados, como los baños, también es frecuente que algunas muestras de intimidación se den en plena luz del día. Los maestros tienen que estar atentos a ellas y nunca dejarlas pasar, sin importar la magnitud de estas. Cualquier tipo de comportamiento de este tipo debe de ser oportunamente impedido y reportado, para que las autoridades escolares investiguen cuidadosamente la situación.
De igual forma, es importante que los profesores indiquen claramente qué tipo de comportamiento se espera de los alumnos y cuáles prácticas están prohibidas. De esta forma no habrá espacio para las dudas e incorrectas interpretaciones por parte de los alumnos.
Es poco común que el niño de acerque a nosotros para decirnos que está siendo víctima de un abuso escolar. En muchas ocasiones, la única forma que como padres tenemos para darnos cuenta de que este problema está sucediendo es identificando cambios en el comportamiento de nuestros hijos. Cuando están siendo víctimas de este problema, los niños experimentan pérdida de apetito, son frecuentes los llantos, se presentan síntomas de depresión, no quieren ir a la escuela, tienen pesadillas o ansiedad. Estos son solo algunos de los síntomas que pueden llegar a presentarse, en caso de notar alguno de ellos, comunícate con tu hijo para que te diga lo que está pasando.
Es importante que le hagas saber que tiene todo tu apoyo y que lo que le está sucediendo no es su culpa. Cuando finalmente llegue a sincerarse, dar consejos como “no hagas caso” o “ignóralos” es realmente nocivo, muéstrale tu apoyo y comunica la situación a la escuela. Asimismo, evita a toda cosa aconsejar a tu hijo que responda a la violencia con más violencia.
Comúnmente, un niño que abusa de otro lo hace sin estar consciente del daño que está ocasionando, así que como padre deberás hablar con tus hijos, independientemente de que haya formado parte de este problema o no, sobre la magnitud de sus actos y las consecuencias que estos pueden implicar.
Otro factor a tomar en cuenta para detectar cuando nuestro hijo está abusando de otros es el ambiente en casa. Cuando crecen en un ambiente de agresividad o muy estricto, invariablemente replicarán este tipo de comportamiento fuera de casa.
Para acabar con este problema se requiere de una participación activa de todos los adultos que estén en contacto con el estudiante. Recuerda que es muy importante reforzar el autoestima de nuestros hijos, por lo que procura hacerle ver cuando hace algo bien, así como resalta las habilidades que tenga. Esto es importante porque el autoestima juega un papel crucial en el problema; las víctimas se sienten indefensas cuando éste empieza a bajar por culpa de los abusos y los agresores generalmente abusan como respuesta a una baja autoestima.