No sabes cuándo empezó, pero tus hijos ya no paran de tomarse selfies y subirlas a internet todo el día, y a ti se te ponen los pelos de punta. ¿Qué puedes hacer para controlar esta situación?
El internet no deja de sorprendernos (Uno de los fenómenos más recientes es el de Pokemong Go) y es que desde hace un poco más de diez años las redes sociales se han establecido como las verdaderas plazas públicas en las que, especialmente las nuevas generaciones, encuentran los medios más efectivos para expresarse y comunicar al mundo quiénes son y qué desean (no por nada son llamados los nativos digitales).
Es posible que recuerdes MySpace o Metroflog. Si es así, lo más probable es que ya seas un viejo usuario de Facebook, le entres a los debates de Twitter o fotografíes tu comida para luego presumirlos en Instagram.
¿Cómo te va con Snapchat? ¿Esa app no está instalada en tu celular? No te preocupes: en el nuestro tampoco. Y es que al parecer esta app, que salió al mercado en 2011, y que cuenta con millones de usuarios, es territorio teen, pues en su mayoría, los usuarios que la portan son adolescentes y jóvenes de entre 13 y 23 años.
¿Por qué? Fácil: porque allí no estás tú. O mejor dicho, porque los nativos digitales olfatearon un espacio en el que ni mamá ni papá meten sus narices para dejar comentarios en la fotografías de sus hijos.
No. Solo debes informarte y estar atento a los hábitos de tus hijos para poder intervenir de la mejor manera en el caso de ser necesario.
Es como cualquier otra app de mensajería instantánea (piensa en whatsapp o Facebook Messenger) que te permite enviar mensajes a través de fotos o de videos, ya sea de manera individual o en grupos.
Además, a esa foto o video puedes agregarle un pequeño texto encima o unos dibujos (sí, como esas fotos o videos en los que las personas se dibujan nariz y orejas de perrito).
Lo que hace especial a esta app es que en ella tú decides por cuánto tiempo tu mensaje puede estar disponible (puedes elegir entre 1 y 10 segundos), una vez tomada la decisión, envías el mensaje a quien tu gustes y esa persona recibirá una notificación. Al abrir el mensaje la persona tiene que mantener presionada la imagen y al soltar la presión ésta desaparecerá. Una vez desaparecida la imagen, no hay manera de recuperarla.
Uno de los factores que hacen esta app tan atractiva es que ni siquiera en los servidores de Snapchat queda guardada esa información, lo cual es un verdadero rasgo positivo en momentos en los que la privacidad se ha puesto en entredicho.
Hay quienes sostienen que las tendencias en internet no solo prescriben formas de concebir el mundo sino que reflejan nuestra manera de vivirlo. En ese sentido, Snapchat es el reflejo de una generación que ha dejado de recopilar y acumular productos y prefieren compartir la fugacidad de la experiencia.
A diferencia de Instagram, donde se busca crear un catálogo personal de imágenes bellas y cuidadas, rayando en la obsesión por la perfección de la vida; Snapchat promueve la comunicación de momentos cotidianos, imperfectos e incluso feos. Lo importante es el momento.
Como en todas las formas de comunicación, el riesgo está en el uso que se hace de la plataforma y en que por más “control” y “privacidad” que se pretendan conseguir, siempre está la posibilidad de caer en situaciones riesgosas que perjudiquen la integridad física y emocional de quien la utiliza.
Como padres, la mejor manera de evitar los riesgos es manteniendo una comunicación cercana con los hijos. Brindándoles la confianza para externar sus dudas y conflictos. Siendo más un oído atento que una mirada represora.