“Un padre o un profesor como es debido tienen que ser algo cargantes o no sirven para nada.”
Fernando Savater, Ética para Amador.
Es muy común que cuando tus hijos salen de la secundaría y han conseguido entrar a una preparatoria “relajes” la atención que hasta entonces habías puesto en ellos, asumiendo que el proceso formativo más importante se ha cumplido y que ahora son ellos quienes mágicamente tomarán la responsabilidad de elegir las mejores decisiones para su vida, (puesto que tú ya has vigilado los momentos más importantes de su desarrollo)
Bueno… permítenos decirte que puedes estar equivocado. ¿Ubicas alguno de estos 5 errores comunes a la hora de convivir con hijos preparatorianos?
-
Recuerda que un preparatoriano NO es un adulto.
Hasta hace muy poco, entrar a la preparatoria casi significaba llegar a la vida adulta, pues muchos jóvenes asumían responsabilidades de “adultos” como casarse, establecerse profesionalmente y formar una familia. Así era antes (Y en muchos contextos sigue siendo así).
Actualmente, tanto académicamente como profesionalmente, los tiempos se han aplazado: ya nadie piensa en terminar la preparatoria para luego insertarse en el mercado laboral. Eso ya no es posible porque las profesiones demandan grados de especialización que muchas veces requieren hasta estudios de posgrado.
En ese sentido, la presencia de los padres como figuras de acompañamiento de los hijos es fundamental: se trata de estar con ellos para acompañarlos en el proceso de volverse adultos, asumiendo que siendo todavía jóvenes estarán lidiando con muchas cosas nuevas: el primer amor, mayores exigencias en la escuela, la definición de su personalidad y de su vocación, entre otras cosas.
Es importante que tengas en cuenta que tu hijo todavía se está preparando para ser adulto.
2 . Papá o mamá no son sinónimos de “mejor amigo”.
Dice Fernando Savater “siempre me han parecido fastidiosos esos padres empeñados en ser «el mejor amigo de sus hijos». Los chicos debéis tener amigos de vuestra edad: amigos y amigas, claro.” Y tiene toda la razón. No hay manera más fácil de alejar a tu hijo adolescente que jugar al papá o la mamá “buena onda”.
Intenta recordar cuando tenías su edad, ¿te gustaba que tus padres te trataran como si fueran “tus cuates”? Suponemos que no. Y es que esas cosas no cambian.
Mejor te proponemos que adoptes la figura del confidente (según la Real Academia de la Lengua Española, esta palabra es un adjetivo que significa “Fiel, seguro, de confianza”).
Un confidente aconseja, guía y señala las consecuencias de las decisiones sin intentar manipular a quien deposita su confianza en él. Por eso, los mejores padres se vuelven los confidentes de sus hijos.
3. Mostrar desinterés, o por lo contario, acosar a tu hijo.
Un confidente no hace interrogatorios. Es importante que ejercites la paciencia y el tacto. Por ejemplo, en lugar de preguntar directamente "¿cómo te está yendo en la escuela?” (a lo que seguramente te contestará con un “bien” o “ahí la llevo”) intenta preguntándole qué temas está viendo en las clases y cuál es su opinión al respecto.
Importante: interésate genuinamente en lo que tu hijo te puede compartir, incluso enseña, no solo escuches intentando obtener información.
4. Dejar de involucrarte con las cuestiones escolares.
Mantenerte al tanto del desarrollo académico de tu hijo evitará que te lleves una mala sorpresa al final del curso. Esto lo puedes hacer de muchas maneras:
- Mantén el contacto con la escuela. No esperes a recibir una sorpresa por parte de tu hijo.
- No cubras los errores de tu hijo. Permite que experimente las consecuencias de sus actos; piensa que la escuela es una laboratorio de lo que será su vida adulta.
- Actualízate con relación al uso de nuevas tecnologías en el ámbito educativo (muchas escuelas mantienen el status de calificaciones y asistencias en sus páginas electrónicas).
- Asegúrate de estar al tanto de cómo está organizando su tiempo. Comparte con él sus horarios y realicen actividades juntos.
5. Sus aspiraciones no son necesariamente las tuyas.
Finalmente, mantén los sentidos y la mente abiertos. Tu hijo es una persona independiente, con sus propios intereses y aspiraciones en la vida. Es posible que no estés de acuerdo con todas ellas pero, además de aconsejar en las tomas de decisiones y señalar sus posibles consecuencias, lo mejor que puedes hacer es facilitar el camino para que tu hijo se convierta en la persona que quiera ser y para ello necesitará seguridad y confianza.
La mayor herramienta que puedes darle a tus hijos es aprender a actuar con libertad responsable.
Recuerda que a todos nos toca solo una vida y todos tenemos derecho a llevarla conforme a nuestros sueños. Estamos seguros de que los sueños de tu hijo te llenarán a ti también de grandes satisfacciones.